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OLVIDOS NORMALES Y PATOLÓGICOS



Olvidarse de algunas cosas de tanto en tanto es normal, y también lo es volverse un poco más olvidadizo con los años. Pero no es normal olvidarse demasiadas cosas. ¿Cuál es el límite? ¿Cómo saber si esos olvidos pueden admitirse como lógicos dentro del rango del envejecimiento normal o pueden ser el síntoma de un problema de salud?

Las personas sanas pueden experimentar pérdidas de memoria o distorsiones de la memoria a cualquier edad. Y algunos de esos errores de la memoria se vuelven más pronunciados con la edad. Pero, a menos de que sean extremos o persistentes, no pueden considerar indicadores de Alzheimer o de otras enfermedades que afectan a la memoria.

Para verlo un poco más claro, no preocuparse en exceso ni dejar pasar lo que pueda parecer excesivo, es bueno tener en cuenta siete problemas de memoria que pueden considerarse normales citados por especialistas de la Escuela de Medicina de Harvard, Estados Unidos.

Uno de ellos es la fugacidad. Hay una tendencia a olvidar hechos o eventos a través del tiempo. Es más probable que una persona olvide información enseguida de haberla aprendido. Sin embargo, la memoria tiene una cualidad que podría denominarse ”úselo o déjelo”. Esto significa que es menos probable olvidar recuerdos que se tratan de recuperar y usar más frecuentemente. Esta fugacidad puede parecer un signo de debilidad de la memoria, pero los científicos que estudian el funcionamiento del cerebro consideran que es beneficiosa, porque sirve para limpiar el cerebro de recuerdos que no son utilizados, haciendo posible que se incorporen otros nuevos y más útiles.

Otro problema que ocasiona olvidos es la falta de atención, es decir cuando una persona no presta suficiente atención al hacer algo es probable que olvide. Por ejemplo, alguien no recuerda dónde dejó sus anteojos porque al hacerlo no se concentró en esas acción. Tal vez porque estaba pensando en alguna otra cosa en ese momento, o en nada en particular, por lo que el cerebro no codificó la información de modo seguro. La falta de atención también involucra olvidarse de hacer alguna cosa en el momento indicado, como tomar un remedio o presentarse a una cita.

Un tercer problema frecuente es el bloqueo. El caso más emblemático es cuando alguien le hace a otro una pregunta y esa persona tiene la respuesta en la punta de la lengua, sabe que la conoce, pero no puede recordarla. En muchos casos, lo que ejerce el bloqueo es un recuerdo similar a aquel que uno está buscando desesperadamente (un nombre, un lugar, una frase ) pero aparece el recuerdo incorrecto y no el que se necesita. Estos recuerdos que compiten con el deseado son tan intrusivos que la persona no puede recordar lo que busca.

Los científicos piensan que estos bloqueos se tornan más comunes con el avance de la edad y explicarían los problemas que las personas mayores tienen para recordar los nombres de otras personas. Así es como muchas veces llaman al hijo mayor con el nombre del menor, o viceversa.

No obstante, las investigaciones muestran que dentro de un rango de normalidad, las personas suelen recuperar cerca de la mitad de los recuerdos que se bloquean dentro del minuto.

Otro problema de memoria es la falsa atribución, que sucede cuando alguien recuerda algo en parte con precisión, pero se equivoca en algunos detalles, como el tiempo, el lugar o la persona involucrada en una situación. Otro caso de falsa atribución es cuando alguien cree que algo que recuerda es totalmente correcto cuando, en realidad, la idea le viene de algo que había leído o escuchado previamente pero que ha olvidado. Este tipo de falsa atribución explica por ejemplo los casos de plagio sin intención. Un escritor o un músico usa cierta información que considera propia, cuando en verdad la leyó o escuchó en algún momento y luego lo olvidó completamente.

Como ocurre con otros tipos de fallas de la memoria, la falsa atribución se hace más frecuente con los años. La edad influye al menos de dos modos. En primer lugar, una persona retiene menos detalles cuando adquiere una nueva información, porque tiene más problemas para concentrarse o procesar la información rápidamente. Y en segundo lugar, a medida que una persona se vuelve mayor, sus recuerdos también crecen. Y lo recuerdos más viejos son especialmente propensos a crear ese efecto de falsa atribución.

Siguiendo con la lista puede mencionarse a la sugestibilidad. Este problema de la memoria se origina en su vulnerabillidad al poder de la sugestión, que tiene que ver con la información que una persona aprende sobre un hecho luego de que este fue incorporado a su memoria, aún cuando no haya experimentado esos detalles. Por ejemplo, una persona es testigo de un choque y lo describe. Después ve la televisión y observa otras cosas en la pantalla o escucha a otro testigo, y lo incorpora a su propio recuerdo como si lo hubiera vivido. Aunque no se conoce con detalles cómo funciona exactamente la sugestibilidad en el cerebro, su poder puede hacer que la mente piense que un recuerdo es real, cuando en verdad sólo lo es en parte.

También se puede considerar a la distorsión o sesgo como otro problema que afecta a la memoria. Las percepciones de una persona están filtradas por sus sesgos personales, como las experiencias, creencias, conocimientos previos y aún los estados de ánimo. Estos sesgos afectan las percepciones y experiencias cuando los recuerdos se codifican en el cerebro. Y cuando una persona trata de recuperar un recuerdo, su estado de ánimo y otras tendencias del momento pueden influir qué información se recupera.

Aunque las actitudes y nociones preconcebidas de todos los seres humanos distorsionan o dan un sesgo personal a sus recuerdos, casi no se han hecho investigaciones sobre los mecanismos del cerebro que operan detrás de esos sesgos, ni tampoco sobre si estos se vuelven más influyentes con la edad.

Por último, otro problema vinculado a la memoria es la persistencia. La mayoría de las personas se preocupan si olvidan cosas. Pero en algunos casos, hay personas que viven atormentadas por recuerdos que quisieran olvidar. Se trata de la persistencia de recuerdos traumáticos, sentimientos negativos y temores. Algunos de estos recuerdos reflejan con precisión sucesos horribles, mientras que otros pueden ser sólo distorsiones negativas de la realidad.

Aquellas personas que sufren depresión son particularmente propensas a tener recuerdos persistentes y perturbadores. Lo mismo les ocurre a las personas que sufren de un trastorno de estrés postraumático. Estos trastornos pueden ser consecuencia de muchas formas distintas de exposición a traumas, por ejemplo, abuso sexual o vivencias de la guerra. En este caso, los denominados flashbacks, que son recuerdos persistentes e intrusivos del suceso traumático, que vuelven y vuelven una y otra vez a la mente, constituyen el núcleo del estrés postraumático.

Si alguna de estos olvidos suceden en forma no excesiva, puede considerarse que se están dentro de un proceso de envejecimiento normal. En cambio, sufrir Alzheimer no es parte del envejecimiento normal. En el mal de Alzheimer de aparición temprana, los síntomas aparecen primero antes de los 60 años y es mucho menos común que el de aparición tardía; sin embargo, tiende a progresar rápidamente. El de aparición tardía, la forma más común de la enfermedad, se desarrolla en personas de 60 años en adelante.

La demencia en estos casos aparece primero generalmente como olvido. El deterioro cognitivo leve es la fase entre el olvido normal debido al envejecimiento y el desarrollo del mal de Alzheimer. Las personas con deterioro cognitivo leve tienen ligeros problemas con el pensamiento y la memoria que no interfieren con las actividades cotidianas y, con frecuencia, son conscientes del olvido. Pero no todas las personas con deterioro cognitivo leve desarrollan mal de Alzheimer.

Y los síntomas del deterioro cognitivo leve abarcan: olvidar hechos o conversaciones recientes; dificultad para realizar más de una tarea a la vez; dificultad para resolver problemas y tardar más tiempo para llevar a cabo actividades mentales más difíciles.

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